jueves, 23 de septiembre de 2010

Sobre el encuentro de escritores del Pacífico

En LA JORNADA GUERRERO del 23 de septiembre de 2010, se publicó la siguiente nota:
.
Sobre el Encuentro de Escritores del Pacífico
Judith Solís Téllez
.
Tuve la oportunidad de participar en el Encuentro de Escritores del Pacífico, que se llevó del 24 al 28 de agosto en Acapulco, lo cual me permitió encontrar a algunos amigos, conocer escritores de otros rumbos y propuestas literarias actuales.
Adquirí varios libros, entre ellos: una antología del género negro compilada por Rodolfo J. M., Dos caminos, la novela de Paul Medrano, que fue presentada por Élmer Mendoza en forma de una amena entrevista con el autor, La Kaikema y otros relatos de Isaías Alanis. Aunque, por el momento, sólo he podido leer la novela Cómo me hice poeta, de Andrés Acosta, que me pareció muy divertida, por su ironía en el tratamiento de los personajes que no logran destacar como escritores y expresan su envidia al éxito ajeno de diversas formas.
Participé como moderadora en la presentación de Polvo, de Benito Taibo, un apasionado de Juan R. Escudero y de la historia de Acapulco, igual que su hermano Paco Ignacio Taibo II. Leí algunos de mis textos en la nueva Unidad Académica de Economía, en donde me reencontré con mis ex profesores de Economía Política en la Preparatoria 22 de Atoyac, Carmen y Roberto Cañedo.
Me tocó compartir la lectura con Guadalupe Ángela de Oaxaca que ganó un premio de poesía, con Ana Belén López, quien nos platicó sus peripecias como promotora de una revista en la Universidad Iberoamericana, con Isaías Alanís y con Ulber Sánchez, unos de nuestros jóvenes poetas.
Este Encuentro, al igual que el de Escritores Jóvenes promovido por Antonio Salinas, ofrece la oportunidad de conocer a los escritores y su obra. Escuché a los poetas y, aún, perduran en mi mente las imágenes recurrentes de la muerte del padre, la expresión poética de las emociones compartidas como seres humanos. Conocí la importante labor del Periódico de poesía de la UNAM y los esfuerzos que Ana Franco y su equipo realizan para incluir las diversas voces poéticas. Oí la excéntrica conferencia de Mario Bellatín y compré libros de su sello editorial.
En el encuentro anterior poco participé, ya que no podía terminar la reseña para la presentación de Las pausas concretas, de Roberto Ramírez Bravo. Me hubiera gustado, en esta ocasión, disponer de tiempo para comentar el libro Ojos que no ven, corazón desierto, de Íris García Cuevas, pero tenía mil papeles que arreglar para dos convocatorias de la Universidad Autónoma de Guerrero que salieron en vísperas y en plenas vacaciones de verano. Disfruté el hospedaje en el hermoso hotel El Mirador, la espléndida vista al mar y a los clavadistas de La Quebrada. No puedo decir que todo haya estado perfecto (“se hace camino al andar”) Me hubiera gustado que se respetaran los horarios establecidos, ya que tenía interés en escuchar la poesía de Luis Armenta y aunque llegamos a tiempo, la mesa se había adelantado.
Me parece que a los encuentros de escritores que se han llevado en Acapulco les han faltado los foros diversos, que harían posible incorporar a la gente interesada y, asimismo, que todo mundo se sintiera incluido. Esa es una experiencia que rescato como asistente al Encuentro de Escritores de Tierra Adentro en Ciudad Juárez, en el 2003.
Si bien el requisito de los participantes invitados es la publicación de un libro en Tierra Adentro, también cuenta con múltiples foros: uno abierto en el que todo mundo puede participar, en la plaza y sin un programa previo.
Otro espacio para los escritores locales y del estado, la lectura en las diversas escuelas, foros para escritores reconocidos y mesas de discusión.
El trato que se nos dio fue extraordinario. En la habitación del hotel nos esperaba una canasta con frutas y una botella de vino. En el bar en el que se llevaron a cabo presentaciones de libros se nos dieron boletos para adquirir bebidas. Lo más importante desde luego, no fue lo que se bebió o comió, ignoro cuánto haya gastado el municipio. Lo relevante de ese evento es demostrar que Ciudad Juárez es más que su violencia. Los esfuerzos que se realizan en la organización del Encuentro de Escritores del Pacífico, sin duda, van más allá de la parranda al término de las actividades programadas.
También en Taxco el INAH y el municipio pagan la estancia (hospedaje, comidas y cena de clausura con brindis) de los investigadores que durante cuatro días presentan sus ponencias o el Consejo de la Crónica en Chilpancingo, con el apoyo del gobierno cubre el costo de las comidas y de la cena (bebida incluida). Lo que importa más que la fiesta es lo que se comparte, lo que se discute. En el Encuentro de Escritores del Pacífico, organizado por Citlali Guerrero y Jeremías Marquínez, destacados poetas, aunado a la literatura pudimos plantear algo más que el lamento por la desaparición del Café Astoria. Compartir la experiencia sobre la importancia de los sitios de reunión, sobre todo en estos tiempos violentos, para no quedarnos solos con nuestras quejas.
.
Consulta en:

No hay comentarios:

Publicar un comentario